BANSKY

¿ES VERDAD O NO?

No importa, siempre que sea inspirador

A estas alturas ya todos vimos lo que Banksy hizo hace unos días. Casi instantáneamente se ha considerado un HECHO HISTÓRICO EN EL MUNDO DEL ARTE. (Para los que no lo han visto: trituró una obra suya en el preciso momento en que se subastó en la prestigiosa Sotheby’s).

Hay mucha especulación acerca de si fue un acto pactado con la casa de subastas, de si fue algo genuino del artista o un plan magistralmente ejecutado, y expertos aún tienen sus dudas, pero todos parecen coincidir en que, independientemente de su verdad, el valor del performance es innegable (Sotheby’s incluso se refirió a ello como “la primera pieza de arte creada durante una subasta). 

Nos parece interesante retomar el tema por cómo le quita el valor a lo que es real o verdadero, pero además por cómo nos da lecciones de marketing, ya que esta acción compiló dos cosas que hoy cualquier marca, emprendimiento o influencer moriría por alcanzar:

a) conversación a su alrededor que invita al análisis. 

b) monetizar un acto simbólico (aunque al final la obra fue comprada por la misma cantidad de dinero, expertos especulan acerca de cómo logró aumentar su costo a futuro).

Un perfecto engranaje que merece la pena diseccionar por si en algún momento queremos alcanzar estos idílicos resultados.

¿Quién lo hizo?

Vivimos un momento histórico en donde cada vez con más frecuencia nuestros ídolos son cuestionados, estamos en una era “demasiado iluminada” (1) en donde todo está expuesto y nuestros referentes se vuelven reales, muy como nosotros, menos aspiracionales. Si algo nos hace falta es misterio y misticismo y encontrarlo en un ser humano es tremendamente complicado. Banksy lo logra. En la era del big data permanece en el anonimato (lo de que es el cantante de Massive Attack le da todavía más capital conversacional sin confirmar), y usa ese perfil bajo para burlarse de una de las pocas cosas que suelen ser incuestionables: el arte (la metáfora del Robin Hood sobre la mesa). Por otro lado, es notable que el performance evidencie totalmente “la marca” del autor. Tuvo total sentido que fuera precisamente él quien lo haya hecho. Tan así que incluso la galería dijo “It appears we just got Banksy-ed” como reconocimiento a su particular estilo. 

¿Cómo lo hizo?

Impactando en forma y fondo: provocó sorpresa en una sociedad que prácticamente ya no se sorprende con nada y transmitió un mensaje contundente, la ridiculización de la clase alta y sus símbolos, ubicando a las subastas de arte como oda a la acumulación material. Banksy, quien ha basado sus principales piezas en la característica efímera, logra que nos cuestionemos cómo se dan inversiones millonarias en cosas tan superfluas como un cuadro que en un segundo se esfuma. Banksy, ha desarrollado su trabajo en espacios públicos; paredes y calles accesibles a todos, por ello, se sintió como una gran manera de probar cómo el arte no puede pertenecer sólo a un selecto grupo. Por otro lado, su discurso siempre anticapitalista logra que con esta acción nos cuestionemos cómo existen inversiones millonarias en cosas tan superfluas como un cuadro que en un segundo se puede esfumar. 

¿Por qué lo hizo?

Estamos rodeados de cosas “montadas”, falsas, sobrepuestas, cuyo único fin es vender. Vale la pena analizar este performance en concreto ya que, aunque pueda entrar en esta categoría, también vale porque tiene una razón de fondo que es al mismo tiempo coherente y disruptora. Coherente porque va en línea a las críticas a la sociedad que Banksy ha hecho durante toda su carrera y disruptora porque el timing, contexto y ejecución es impecable tanto ideológica como marketineramente

En una ya clásica Ted Talk, Simon Sinek (2) en 2009 habló de manera muy simple de las características que hacen que los grandes líderes o empresas inspiren la acción, y la clave radica justamente en el POR QUÉ. Cuando tenemos una razón de ser que guía nuestros comportamientos (e innovaciones), es que logramos ser realmente inspiradores. Sin una razón central, somos como todos los demás. Todavía queda la duda de PARA QUÉ lo hizo: denuncia, incrementar su valor como artista, reposicionarse tras la casi revelación de su identidad, ¿a quién le importa la verdad si nos ha movilizado a todos, nos ha motivado a hacer campañas emulándole (ver el print de las patatas de McDonalds) y nos ha llevado a la reflexión en una sociedad acostumbrada ya al pensamiento superficial.

Por eso, nos parece que este acto es impecable desde el punto de vista del marketing y quizá está apuntando a una nueva era de esta materia, porque tiene:

Fundamento: lo que ha guiado el trabajo del artista todos estos años

Coherencia: en línea con su ideología y discurso

Credibilidad: con las credenciales “antisistema” necesarias

Sorpresa: consigue descolocarte

Lectura Temporal y Contextual: en una época de rápida viralización y fuerte crítica a las clases altas; en la casa de subastas más importante donde se valúan las obras a precios más exorbitantes

Timing: ejecución perfecta en el momento exacto en que se subasta la obra

A partir de este punto lo interesante además será estar atentos a ¿qué más generará? ¿Qué tipo de performances o iniciativas despertará? Y como siempre nos gusta hacerlo ¿qué podemos aprender y aplicar de ello en nuestro trabajo del día a día?

Referencias:

(1)Byung-Chul Han (2013) La Era de la Transparencia. Paidos.

(2) Simon Sinek (2009) How great leaders inspire Action  Ted Talk

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