DE LA MODA LO QUE INCOMODA… PARA LA SOCIEDAD Y LOS TIEMPOS VENIDEROS

La moda ha sido durante mucho tiempo un reflejo de la sociedad y los cambios sociales que la han definido. Desde la antigua Grecia hasta nuestros días, la moda ha sido un medio para que las personas expresen su individualidad, su identidad y, a menudo, su posición social. Ha evolucionado a lo largo de los siglos, y ha sido impulsada por una variedad de factores, desde la tecnología hasta la política y la economía.

Una de las tendencias más notables de la moda ha sido la exageración. En momentos de crisis social y global, la moda ha tendido a volverse más dramática y extravagante. Por ejemplo, durante la Primera Guerra Mundial, la moda se volvió austera y funcional, mientras que en los años en los años 70 llegó al extremos de los colores brillantes y  formas llamativas, algo más cómodo pero extravagante a la vez para expresar su libertad y movimiento por la paz

En la actualidad, estamos viviendo en un momento de cambios sociales significativos, y la moda parece estar reflejando estos cambios. Una tendencia emergente en la moda es el enfoque en los zapatos. Los zapatos se están volviendo cada vez más extravagantes y llamativos, con estilos que van desde las Bid Red Boots (botas rojas de Astro boy) hasta los zapatos de Mario Bros y los zapatos con pies de Hulk.

Esta tendencia puede ser vista como una forma de escapar de la realidad, de experimentar algo diferente y emocionante en un mundo cada vez más incierto. Sin embargo, también puede ser vista como una señal de que estamos en un momento de cambios significativos y, posiblemente, crisis ¿Existencial? Diría que sí.

Y nos hemos puesto a pensar ¿Cómo se debería de abordar este comportamiento social, seguir la tendencia exagerada y caricaturesca? Podemos ir más allá de la mano del maximalismo, estirando la goma hasta alcanzar lugares nunca imaginados donde la incertidumbre social y contextual se ve opacada por un accesorio de nuestro personaje favorito de la infancia o hasta el extremo minimalista de estar a la moda con una playera a rayas en color básico.

Al final tomar una postura y liderar el camino puede ser más arriesgado, pero también puede ser más gratificante. Las marcas que lideran el camino en la moda pueden tener un impacto significativo en la sociedad, ayudando a impulsar los cambios sociales positivos y ser reconocidas como líderes de opinión en su industria. Un claro ejemplo es la marca LOEWE y su colección de pixeles.

En conclusión, la relación entre la industria de la moda y los cambios sociales ha sido significativa a lo largo de la historia. Una vía de expresión, una válvula de escape para todo lo que se vive en el contexto, es como mirar hacia otro lado mientras pasa algo más, ese algo más es divertido, emocionánte y también da de qué hablar pero… ¿Estaremos llegando al límite? ¿Cómo subirnos o ir en contra de esto desde otras cateogrías?

Por Yussef Medina

CUANDO SE PRIORIZA A LA PERSONA, EL PROFESIONAL, CRECE

Según el Washington Post, a los 100 años se llega con buena genética, aire libre y amigos.

Es curioso que la genética es tan solo el 25%, el otro 75% está relacionado con: dónde se vive, qué se come, con qué frecuencia se hace ejercicio y el sistema de apoyo que se tiene a través de amigos o familiares.

Es decir, el 25% es de qué estamos hechos, el 75% qué hacemos con ello. Y en ese qué hacemos no se nombra en ningún momento ninguna profesión. Algo que contrasta muchísimo con una realidad donde 5 días a la semana se está (al menos) 8h al día en un empleo.

Social y empresarialmente, la tendencia es a valorar a las personas en cantidad de actividad que hacen (o producen), es decir, a valorarlas en base a su desempeño. Algo que las personas también tendemos a hacer con nosotras mismas.

¿No me crees? Di en voz alta (y con convicción): “hoy no he hecho absolutamente nada”, ¿cómo te sientes?, ¿Qué pensará de ti la gente de tu alrededor cuando te oiga decir eso? ¿te gusta?

Nos hemos llevado el sistema capitalista a los humanos, y estamos empezando a tomar consciencia de que es necesario cuestionarlo. De que con nosotros, no aplica.

 Cuando se trata de máquinas, dividir utilidad y beneficio, tiene sentido: podemos hacerlas funcionar más para que produzcan más. Hacernos funcionar más, no nos hace producir más. ¿Te suena algo de esto?

Las personas no podemos dividirnos, somos quienes somos, nuestra esencia es lo que nos mueve, lo que nos alimenta, lo que nos carga realmente las baterías. Los diferentes roles que hacemos, solo son distintas áreas hacia las que dirigimos esa energía, hacia donde dirigimos quienes somos.

Y es que, nuestra energía no se carga solo durmiendo o comiendo bien, se carga también disfrutando con lo que hacemos.

Si piensas en un día en el que hayas estado hasta arriba de trabajo, pero todo te gustaba, ¿cómo lo has terminado? Muy probablemente hasta arriba de energía, feliz y es probable que hayas dormido genial esa noche; por el contrario, un día que no tienes tanta carga, pero te toca hacer todo aquello que te gusta menos, ¿cómo terminas? Seguro que agotado o agotada, tu sueño, es probable que también se haya resentido.

Cuanto más alineado está quienes somos y lo que nos gusta, con aquello que hacemos, más satisfechos y felices nos sentimos. No va de pensar en cosas bonitas, va de conocerse a uno mismo o una misma y actuar en nuestro propio favor.

No corras a buscar otro empleo, la mayor parte de las veces, ese “alinearse” es cuestión de perspectiva. De tener claro quién soy y qué me aporta mi profesión, y, por tanto, qué voy a pedir de ella y qué quiero dar en ella.

Esto es lo que se trabaja principalmente en procesos de coaching personal y empresarial (también en procesos terapéuticos). El poner a la persona en el centro, trabajando desde el autoconocimiento, para tomar perspectiva de qué le aporta a la persona cada una de las áreas de su vida, y, con ello, ser consciente de qué va a tomar de cada una, qué quiere dar de sí misma en ellas y cómo quiere hacerlo.

El resultado son personas que disfrutan mucho más con lo que hacen, suben su nivel de energía y motivación, se vuelven más seguras de sí mismas y con ello sube su capacidad creativa y de resolución de problemas.  Y si, también sube su productividad, especialmente cualitativamente.

Pero además, tienen un valor extra, son un buen virus: su presencia mejora el ambiente y tienden a contagiar su buen ánimo y energía. El disfrute es contagioso.

El yo profesional, el yo personal (con todos los yoes que conlleva), todos, pertenecen a un mismo humano, cuando todos los dirige ese mismo humano, y todos trabajan a su servicio, el humano crece, y con él, todos esos roles que desempeña.

Por Eva Zárate

Consumo de Culturas

Solía ser muy sencillo decir que éramos mexicanos, españoles o argentinos y tener las mismas referencias, tradiciones y similares comportamientos que otros connacionales. Era relativamente fácil definir nuestras influencias y definirnos como uniculturales. Al vivir en dichos países nos rodeábamos casi exclusivamente de eso que veíamos a nuestro alrededor -de vez en cuando podíamos hacer un viaje al extranjero o veíamos un programa internacional, pero no pasaba de ser una experiencia más.

Hoy en cambio, el mundo se abrió. Aumentaron los niveles de migración, viajar se ha vuelto más accesible y tenemos en la mano como nunca antes el punto de vista de creadores e influencers, con información de todo el mundo. Estamos en constante contacto con otras culturas; las consumimos, y nos fascina.

Antes se decía que la tierra y la sangre eran lo que nos determinaba. Hoy muchos de nosotros, antes de identificarnos como “Martínez”, nos identificamos como fans del K-pop. Conectamos con los valores de Corea del Sur, lo Haiyu y Gangnam; con lo sorprendente y diverso que tiene por ofrecernos y que es totalmente ajeno a lo que vivimos en el día a día en una reunión familiar.

No es necesariamente que prefiramos eso a nuestra propia cultura, sino que nos permite poner en perspectiva lo que aprendimos como verdad en nuestro hogar o escuela. Es casi como que al consumir otras culturas le estamos sumando capas a nuestra personalidad. Pasamos del dime de dónde eres y te diré quién eres; a “dime qué cultura consumes y te diré quién eres”.

Cuando consumimos otras culturas nuestros marcos de referencia se expanden. Hacemos un híbrido que nos convierte en personas más tolerantes. No rechazamos la diferencia, sino que vivimos ya con la curiosidad e interés global integrados; aprendemos incluso a apreciar lo mejor y lo peor de la propia cultura.

Neflix tiene cada vez un catálogo más amplio de películas de Bollywood y podemos sumergirnos en la cultura contextual de ese género, haciendonos sentir no sólo que la entendemos -aún sin haber viajado a India- sino que la podemos integrar en nuestra idiosincrasia. Existen apps como OMEGLE, Talk to strangers; en la que puedes chatear o videollamar a personas random de todo el mundo perfilando con algún interés en común. Nuestra hambre por consumir otras culturas está más presente que nunca.

Lo relevante es que esto trasciende gustos y hobbies y termina por dar forma a cómo pensamos y actuamos. Al consumir culturas, nuestra mente se abre, se moldea; e incluso podemos comenzar a pensar y a actuar como lo haría un sujeto de un país totalmente ajeno al nuestro.

Ahora que -por fin- estamos cuestionando las segmentaciones de consumidor definidas por edad y género, podríamos dar un paso más allá: pasar de segmentar por red social a segmentar por aquello con lo que nos identificamos. ¿Qué pasaría si lanzamos un nuevo servicio para aquellos que se identifican con la cultura country-norteamericana? ¿Y si nos dirigimos mejor a mujeres que se identifiquen con el estilo de maternidad francesa, independientemente de su edad o de dónde vivan? Al re-enfocar desde el consumo de culturas, las posibilidades se amplían.

EVENTO POV: Z

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